Boletín De La Conferencia General Por Elena G. De White, 2 de Marzo de 1899.
“Estamos en el umbral de grandes y solemnes eventos. Las profecías se están cumpliendo. El último gran conflicto será breve, pero terrible. Se reavivarán viejas controversias. Se levantarán nuevas controversias. Las últimas advertencias deben darse al mundo. Hay un poder especial en la presentación de la verdad en el tiempo presente; pero ¿cuánto tiempo continuará?—Sólo un poco de tiempo. Si alguna vez hubo una crisis, es ahora.
Se deben hacer esfuerzos decididos para llevar ante la gente el mensaje para este tiempo de manera prominente. El tercer ángel debe ir adelante con gran poder. Que nadie ignore esta obra ni la trate como de poca importancia. La verdad debe ser proclamada al mundo, para que pueda ver la luz. Esta es nuestra obra. La luz que tenemos sobre el mensaje del tercer ángel es la luz verdadera. La marca de la bestia es exactamente lo que se ha proclamado que es. Todo lo relacionado con este asunto aún no se ha comprendido, y no se entenderá hasta que se desenrolle el rollo; pero en nuestro mundo debe realizarse una obra muy solemne. El mandato del Señor a sus siervos es: ‘Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.’
No debe haber ningún cambio en las características de nuestra obra. Debe permanecer tan clara y distinta como lo ha hecho la profecía. No debemos entrar en ninguna confederación con el mundo, suponiendo que al hacerlo podríamos lograr más. Si alguno se interpone en el camino para impedir el avance de la obra en las líneas que Dios ha señalado, desagradarán a Dios. Ninguna línea de nuestra fe que nos ha hecho lo que somos debe ser debilitada. Tenemos los antiguos hitos de la verdad, la experiencia y el deber, y debemos mantenernos firmes en la defensa de nuestros principios, a la vista del mundo. Es esencial que los hombres se levanten para que abran los oráculos vivientes de Dios a todas las naciones, lenguas y pueblos. Hombres de todos los rangos y capacidades, con diversos dones, deben permanecer con la armadura que Dios les ha dado y cooperar armoniosamente para lograr un resultado común. Deben unirse en la obra de llevar la verdad a todas las naciones y pueblos, cumpliendo cada obrero con su propio puesto especial. Hay un amplio campo de acción, y en sus planes e ideas, todos deben considerar el resultado. Todo debe moverse según el plan divino. Todo el cuerpo debe estar bien unido, para que cada miembro promueva los designios de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. A medida que avanza la obra, surgen peligros contra los que es necesario salvaguardarse. A medida que se inician nuevas empresas, existe una tendencia a hacer que alguna línea lo absorba todo; lo que debería tener el primer lugar pasa a ser una consideración secundaria. La iglesia necesita poder y vitalidad renovados; pero existe un gran peligro de emprender nuevas líneas de trabajo que desperdiciarán sus energías en lugar de traer vida a la iglesia.
En nuestros esfuerzos por llegar a la gente, existe el peligro de adoptar métodos que no producirán los mejores resultados. Se pueden seguir planes que parecen despertar mucho interés para el tiempo; pero el efecto prueba que la obra no es duradera… La gente se sentirá atraída por la música y escuchará los discursos y llamamientos que se hagan. Pero los obreros pasan rápidamente de un lugar a otro y no hay tiempo para que las personas se establezcan en la fe. Las impresiones hechas pronto se borran. Se ha sembrado poca semilla que brota y da fruto. Cuando termine la temporada, quedarán pocas gavillas para recoger. La experiencia demostrará que los resultados no son proporcionales al gasto. La obra se parece demasiado al de llevar una antorcha por un distrito en la noche. Los lugares por donde va el portador de la antorcha son luminosos; pero no se encienden muchas candelas con su antorcha, y cuando se ha ido, la oscuridad es casi tan grande como antes. En contraste con el uso del vagón del evangelio, se me ha presentado otra obra. Las tiendas de campaña se trasladaban a diferentes lugares durante las estaciones adecuadas del año. En muchas localidades se estaban celebrando campamentos. Estos eran dirigidos por hombres capaces y temerosos de Dios, asistidos por ayudantes adecuados. Se llevaban a cabo reuniones de niños y reuniones de reavivamiento para que la gente se pusiera de parte de la verdad. En muchos lugares es casi imposible encontrar la entrada a un casa de culto. Los prejuicios, la envidia, los celos son tan fuertes que muchas veces no encontramos lugar donde hablar al pueblo la palabra de vida. Si se pueden celebrar campamentos en diferentes lugares, aquellos que deseen escuchar tendrán la oportunidad. Las almas que están hambrientas del pan de vida serán alimentadas. En lugar de celebrar enormes reuniones campestres en unas pocas localidades, a menudo se haría más bien celebrando reuniones pequeñas en muchos lugares. Que éstas se celebren en ciudades y pueblos donde no se haya presentado el mensaje de la verdad presente. Ayudad a quienes estén interesados en asistir, proporcionándoles de ser necesario alimentación y alojamiento. Y que la reunión dure dos o tres semanas. En estas reuniones no debemos presentar al principio temas doctrinales que los oyentes no entiendan. Mantened la atención de la gente presentando la verdad tal como es en Jesús. Lo primero y más importante es ablandar y subyugar el alma presentando a nuestro Señor Jesucristo como el Salvador que perdona los pecados. Mantened ante la gente la cruz del Calvario. ¿Qué causó la muerte de Cristo? —La transgresión de la ley. Mostrad que Cristo murió para dar a los hombres la oportunidad de llegar a ser súbditos leales de su reino.”